jueves, 22 de septiembre de 2011

El bostezo nos sirve para enfriar la cabeza

El bostezo nos sirve para enfriar la cabeza:


Gallup y Eldakar Omar, de la Universidad de Arizona, encontraron que la frecuencia de bostezos varía con la estación del año, pues las personas bostezan menos cuando el calor al aire libre es mayor que la temperatura corporal, lo que podría deberse a que el bostezo serviría como un método para que el cerebro regule su temperatura.
Bostezar más que indicar fatiga o aburrimiento podría ser un mecanismo para enfriar la cabeza, de acuerdo con un estudio dirigido por Andrew Gallup, investigador del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Princeton retomado por la página Science Daily.
Los investigadores documentaron las veces que bostezaron 160 personas en invierno y en verano en Tucson, Arizona, con 80 personas para cada temporada. Encontraron que los participantes fueron más propensos a bostezar en el invierno, en comparación con el verano cuando la temperatura ambiente era igual o superior a la temperatura corporal.
"Nuestro estudio mostró una mayor incidencia de bostezos cuando la temperatura ambiente fue más baja, incluso después de controlar estadísticamente otras características tales como la humedad, el tiempo fuera y la cantidad de sueño la noche anterior. Cerca de la mitad de las personas en la sesión de invierno bostezó, en comparación con menos de un cuarto de los participantes en verano", dijo Gallup.
Pese a lo que se podría creer, el estudio concluyó que las temperaturas más altas no dan alivio a cerebros sobrecalentados, pues de acuerdo con la teoría de la termorregulación del bostezo el cerebro regresa a la calma o se enfría a través de un intercambio de calor con el aire aspirado durante un bostezo.
"Se cree que el efecto de enfriamiento del bostezo es el resultado del incremento del flujo sanguíneo al cerebro causada por el estiramiento de la mandíbula, así como por una contracorriente de intercambio de calor que se genera con el aire ambiental que acompaña a la inhalación profunda.
La investigación que se publica en Frontiers in Evolutionary Neuroscience se basa en un estudio previo que confirmó esa dinámica al observar cambios en la temperatura de los cerebros de ratas antes y después de que bostezaban.

Jose Luis Vazquez

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