Vladimir Galeana Solórzano
Bancarrota intelectual
Así calificó el diputado local y Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, David Razú, las aseveraciones de la Iglesia Católica publicadas en su órgano informativo “Desde la Fe” en el que se acusa a las autoridades capitalinas de ser “talibanes laicistas”. La Arquidiócesis también acusó a las autoridades de la Ciudad de México de encabezar una persecución religiosa contra quienes se oponen a las leyes que promueven “la falta de respeto a la vida humana y a la institución familiar”.
No creo que los perredistas tengan la piel tan delgada. Lo que en realidad ocurre es que el diferendo con los prelados católicos les sirve para reafirmar el lema del gobierno de Marcelo Ebrard como una “ciudad de vanguardia”, ya que el de “Ciudad en Movimiento” resultó un rotundo fracaso.
En lo personal me parece que este diferendo tiene que encuadrase dentro de los términos de la libertad de expresión que además es un derecho humano, esos que presuntamente David Razú tiene la obligación de defender, y esa libertad supone que todos los individuos tienen derecho de expresarse sin ser molestados a causa de sus expresiones. Al igual que lo hizo en su diferendo verbal con el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, el Gobierno del Distrito Federal tiene todo el derecho de acudir a las instancias legales para solicitar la reparación del daño, que es lo que se conoce como responsabilidad ulterior.
Un talibán es un estudiante cuya idea de sociedad está basada en interpretaciones estrictas y extremistas de lo que debe ser la vida de un musulmán, sin dar cabida a interpretaciones que posibiliten algún tipo de libertinaje, como es habitual en las sociedades democráticas. Por lo que toca al laicismo, es la doctrina que defiende la independencia del hombre, de la sociedad y del Estado de toda influencia eclesiástica o religiosa.
Me parece que el término “talibanes laicistas” no es más que una referencia compuesta que alude al extremismo de un grupo de estudiantes respecto de la actuación de la influencia eclesiástica en los asuntos del Estado. Otra vez tratan de buscar que Marcelo Ebrard sea considerado el defensor de la laicidad del Estado.
Lo que en realidad ocurre es que los perredistas están mostrando esa parte intolerante que los ha caracterizado muchas veces cuando no les gusta lo que dicen los demás. Pero también me parece que hay un intento de vulnerar el derecho constitucional a la libertad de expresión que tienen los miembros de la Iglesia Católica, que debe ser respetado y en todo caso, utilizar las vías legales para castigar esa presunta responsabilidad ulterior a la que me referí en líneas anteriores.
El término utilizado por David Razú de “bancarrota intelectual” también resulta inapropiado, pues la bancarrota es un término legal para quienes no pueden hacer frente a sus obligaciones crediticias ya que son superiores a sus recursos, y un intelectual es una persona que se dedica al estudio y a la reflexión crítica de la realidad.
Ambas partes tienen todo el derecho de decir cosas, pero los perredistas exigen a Gobernación una sanción porque lo siguiente es hacerlos pasar por cómplices de la Iglesia Católica. Sin lugar a dudas lo que buscan es crédito político electoral. Con esto lo único que están mostrando es ese radicalismo que los hace parecer intolerantes, y eso es riesgoso electoralmente hablando. Si eso es lo que quieren, allá ellos. Al tiempo.
vladimir.galeana@mexico.com
miércoles, 5 de enero de 2011
Sin Punto y Coma
Sin Punto y Coma: "
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