viernes, 7 de octubre de 2011

Rulfo quería que su foto fuera valorada

Rulfo quería que su foto fuera valorada:


¿De qué manera Juan Rulfo disfrutó de la literatura ajena? ¿A quién leía este reconocido escritor jalisciense? ¿Cuáles fueron sus aficiones, miedos y obsesiones artísticas?, su hijo Juan Francisco lo explicó la pasada noche del miércoles en el auditorio de la Casa de Turismo en Guadalajara.
A 25 años de la muerte del autor de El Llano en llamas, y tras un análisis minucioso y detallado, los asistentes se adentraron en lo que fuera la biblioteca personal de Rulfo, un rincón literario donde dio rienda suelta a su pasión por la conducta humana y la historia universal.
Más de 15 mil obras fueron piezas clave para que Rulfo entrelazara sus proyectos de vida y sus anhelos literarios, que logró así hacer de su persona una síntesis cultural andante.
Nombrar a cada autor de “La biblioteca literaria de Juan Rulfo”, tardaría días enteros. Por ello, su hijo Juan Francisco Rulfo optó por catalogar a cada género en un número porcentual, para explicar en resumidas cuentas lo que su padre conservó hasta el día de su muerte el 7 de enero de 1986.
Del 50% dedicado a la literatura general, 53% de éste se alberga en la novela, 20% en el cuento, 8% en la poesía, 7% al ensayo, lo restante es para el teatro, las biografías y crónicas, entre las que destacan obras de Edgar Allan Poe, Oscar Wilde y William Shakespeare y José Guadalupe de Anda.
Como parte de las actividades del homenaje “Juan Rulfo en Guadalajara” que la Secretaría de Cultura de Jalisco (SCJ) realiza a través de la Dirección de Publicaciones, también se presentó el miércoles en la noche el libro Juan Rulfo, otras miradas, que reúne a las tres grandes obras del autor oriundo de Sayula, Jalisco: Pedro Páramo, El llano en llamas y El gallo de oro, con el fin de acercar sus textos a las nuevas generaciones y refrescar su legado entre sus fieles lectores.
A este acto se dieron cita distinguidos personajes de ámbito cultural de la ciudad, como la poeta Carmen Villoro, el músico Alfredo Sánchez, el escritor Jorge Orendain, el matemático e historiador Arturo Azuela y Víctor Jiménez, presidente de la Fundación Juan Rulfo, quienes aprovecharon para expresar su admiración hacia la obra de Rulfo, a la vez que leyeron algunos fragmentos escritos por personalidades del mundo literario -como el colombiano Gabriel García Márquez, y el alemán Günter Grass- quienes dedicaron a Rulfo citas que resaltan su gran legado cultural a través de sus historias y escenarios plasmados en papel.
Por otra parte, Juan Francisco Rulfo resaltó el intento que se realiza por desvincular la trayectoria fotográfica de su padre (desarrollada de 1932 a 1962) a su obra literaria, pues a pesar de que existe gran relación entre los escenarios proyectados a través de la lente y los descritos en Pedro Páramo, insiste en que son cuestiones totalmente distintas y muy alejadas entre sí.
“Él tenía la gran esperanza de que su fotografía tuviera eco profesional. Era algo que le agradaba más que la literatura. Él sufría al escribir, no era algo gozoso porque lo que expresaba era algo muy interno. Queremos que se desvincule la actividad fotográfica con la literaria, aunque son cosas muy a fines. Si no existiera su obra literaria, existiría su obra fotográfica”, comentó Juan Francisco refiriéndose a la actual exposición montada “Juan Rulfo: una exposición fotográfica olvidada”, la cual se presentó por primera vez en 1960 en Guadalajara.

Para lectores avanzados

Actualmente, las obras de Juan Rulfo son un referente casi obligado en las asignaturas de literatura del nivel medio superior, ante esto, Juan Francisco Rulfo considera que los jóvenes lectores deben tener cierta precaución al leer cualquiera de los títulos de su padre, pues asegura que la lectura de los textos no es nada fácil para un lector amateur.
“La obra literaria de mi padre es difícil, se necesita tener una vocación lectora para poder apreciarla. Puede causar un rechazo hacia su obra si se lee muy joven”.

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