El Partido de la Revolución Democrática (PRD) nuevamente se mostró incapaz de llevar a buen término su elección interna de 256 consejeros y mil cien congresistas, para mostrar de alguna manera que se podía superar la prueba e imprimir el sello de distinción respecto a los procesos anteriores, donde siempre reina la confusión entre la democracia y el escándalo.
Una vez más cayeron en lo que los ha distinguido desde su formación, ser un cochinero electoral. Pudo más la parte oscura y las truculencias en busca del hueso y reparto del botín, las cuales se reflejan en las acusaciones en contra de integrantes de la planilla 22, afín a Marcelo Ebrard, quienes presuntamente tomaran las instalaciones de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) para controlar boletas y demás material necesario para ejercer el voto.
La operación cicatriz no es suficiente, y muestra de ello la elección del año 2006 y la duda sembrada del fraude electoral, donde las miradas se volcaron hacia el sol azteca para señalar los errores cometidos a través de una serie de críticas antropófagas del PAN del PRI y del mismo PRD, quienes coincidieron en el “cochinero” que llevó a Jesús Ortega a la presidencia del demócrata en un paisaje de debacle y polaridad que no se ha podido resarcir.
Las denuncias de fraude del domingo pasado hechas por la secretaria de dicho partido, Dolores Padierna, lideresa anquilosada que apoya la candidatura del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, antagonista del “lunamielero” Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón, a quien se acusa de operar para ganar posiciones, advierten, aunque sin pruebas, que fue Víctor Hugo Lobo quien habría reventado el proceso.
Las acusaciones y la descalificación han sido “las herramientas” constantes en la luchas tribales amarillas, “Chuchos” contra “Bejaranos”, “marcelistas” contra “pejistas”. Con lo anterior y mientras Ebrard paseaba por medio oriente, sus bonos hacia dentro del PRD van a la baja, ocasionando que con ello se fortalezcan los grupos como “los Bejarano”, quien a golpe de martillo, se han colado para mover los hilos.
En otro tema, el ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y aspirante del PRI a la Presidencia, ha propuesto, seguramente de dientes para afuera, la reducción de diputaciones federales a 400, es decir dejar 100 curules plurinominales vacías. Esta situación resulta un aliciente para recortar gastos, pero sobre todo cortar algunos lastres para la vida legislativa del país como el caso del petista Gerardo Fernández Noroña, quien llegó bajo este método. Algo es claro sobre esta propuesta electorera, y es que estos personajes difícilmente serían electos en una votación directa, hecho que bien aprovecha el candidato presidencial para ahorrarse la incomodidad generada por personajes de esta “altura”.
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