miércoles, 26 de octubre de 2011

Telescopios de la NASA recrean la imagen de la primera Supernova conocida

Telescopios de la NASA recrean la imagen de la primera Supernova conocida:


RCW 86 es una nebulosa gaseosa situada a 8.200 años-luz de la Tierra y que es el remanente de una supernova que fue documentada por los astrónomos chinos el 7 de diciembre del año 185 (usando el calendario actual) y que fue citada en el Houhanshu (el Han Posterior, un libro del siglo V que describe la historia de China). Según todas estas anotaciones, extremadamente avanzadas para la época, los astrónomos del antiguo Imperio Chino estuvieron observando la supernova durante toda su evolución, es decir, durante un período de 8 meses si bien lo catalogaron como una estrella que apareció de repente y, a los 8 meses, desapareció. Casi 2.000 años más tarde, la NASA, en colaboración con la Agencia Espacial Europea, ha resuelto parte del misterio de RCW 86 recreando, por primera vez, la imagen de los restos de esta supernova combinando los datos de cuatro telescopios.
El origen de RCW 86 siempre ha sido un misterio para la comunidad científica, a pesar de ser un cuerpo conocido desde tiempos inmemoriales y que, en la década de los 60, se determinase que el fenómeno descrito por los antiguos astrónomos chinos se correspondía con una supernova y la nebulosa RCW 86 pero, aún así, había muchas cuestiones en el aire que no se podían responder. La forma esférica, por ejemplo, se seguía manteniendo a pesar del tiempo transcurrido o, por ejemplo, el material procedente de la explosión se había expandido y, por tanto, había recorrido mucha más distancia de lo esperado.
Los restos de esta supernova son enormes y, además, viajan muy rápido. Es de dos a tres veces más grande de lo que esperamos de una supernova que explotó hace 2.000 años pero, al fin, vamos a poder arrojar luz sobre las causas que provocan este fenómeno
Combinando las imágenes de rayos X del observatorio XMM-Newton de la ESA y el observatorio de rayos X Chandra de la NASA, el equipo logró formar los colores azul y verde de la imagen que se ha recreado y simbolizan el gas interestelar que se ha calentado a millones de grados debido a la onda expansiva de la supernova (que tiene un diámetro de ). Por otro lado, los datos de infrarrojos captados por el telescopio espacial Spitzer y la sonda WISE están representados por los colores amarillo y rojo e indican el polvo irradiado a una temperatura de doscientos grados centígrados bajo cero.
Gracias a toda esta información y a encajar las piezas de cada una de estas fuentes de datos, la NASA ha llegado a la conclusión de que lo que avistaron los astrónomos chinos, allá por el año 185, fue una supernova de tipo Ia, es decir, la violenta explosión de una enana blanca, o dicho de otra forma, la muerte de una estrella.
Entre las primeras conclusiones que se han podido sacar, se encuentra una posible causa que explica cómo ha sido posible que el material viajase tan lejos y tan rápido con respecto a fenómenos similares. Según los científicos, la explosión de la estrella tuvo lugar en una especie de cavidad que amplificó la onda expansiva e hizo que los restos viajasen sin obstáculos y rápidamente.
Una enana blanca es como la ceniza que sigue echando humo tras un incendio. Si le ponemos gasolina, al final, termina explotando
Las imágenes son, como poco, fascinantes, sobre todo si tenemos en cuenta que provienen de la suma de cuatro fuentes de datos que se han combinado. Pero, realmente, lo que más me ha impresionado de todo este hecho es la capacidad que tenían los astrónomos chinos hace 2.000 años y que, tras observar el cielo, documentasen todo lo que habían avistado.

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