martes, 4 de octubre de 2011

Lodo en el IFE

Lodo en el IFE:


Comenzamos el mes de octubre a tambor batiente en el mundo de la política, pues el próximo viernes el Instituto Federal Electoral (IFE) inicia formalmente el ejercicio de elección presidencial, en el que los partidos políticos se repartirán 5 mil 292 millones de pesos, mil 122 millones más que en 2006.


La disputa por la silla presidencial da inicio entre la incertidumbre generada desde San Lázaro, donde la pasividad de los diputados, al negarse violatoriamente a nombrar a los tres consejeros que hacen falta desde hace once meses, sesga la imagen del árbitro electoral, con un IFE sumiso ante los discursos de politiquería.
Cuando se trata de jalar parejo resulta que los bueyes se ponen rejegos. La vieja práctica del trueque sigue prevaleciendo, y los diputados se limitan a seguir las estudiadas instrucciones de sus líderes partidarios, con la pretensión única de acaparar el poder y el capital político, para intercambiarlo por posiciones a costa de lo que sea (cual partida al monopoly), pisoteando los derechos e intereses sociales.


A los que vergonzosamente ocupan un curul se les ha olvidado que deberían servir como representantes de los intereses ciudadanos. La amnesia legislativa (epidemia actual), les impide tener en cuenta que reciben más de 152 mil pesos al mes para trabajar en pro de los mexicanos, y más allá, en el IFE, los consejeros electorales han adoptado la filosofía que reza “Si no puedes contra tu enemigo, únetele”, cambiando el arbitraje político por dar respaldo a sus partidos de cuna, e inclinar la balanza según convenga dejando nuevamente fuera los intereses del grueso del electorado.


En el año de 1988, en la elección que llevó a la Presidencia de la República a Carlos Salinas, el encargado de la organización fue Manuel Bartlett, al que se le cayó el sistema dejando duda sobre un fraude electoral hacia la representación que encabezaba el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Este fue el punto de partida para exigir un organismo autónomo para dar legitimidad a los ejercicios electorales, situación que se logró con la creación del IFE y que concretó José Woldenberg en la elección del año 2000 con la alternancia y salida de Los Pinos del PRI y la llegada de Vicente Fox y Acción Nacional.


La tibieza de Luis Carlos Ugalde, al no poder desmarcarse de la figura presidencial y sus actos sombríos puso en entredicho la credibilidad del IFE constituida con mucho esfuerzo y valor monetario. Ahora el consejero presidente, el exquisito Leonardo Valdés Zurita, se ha encargado de enlodar todavía más la poca imagen que le queda al instituto. Con sus escándalos de corrupción y despilfarro no ha tenido mano firme para exigir el nombramiento del personal que por ley debe dirigir.


Además que se le remuneran muy bien más de 245 mil pesos mensuales con pocos resultados. Valdés Zurita aseguró que a todos interesa que las elecciones en puerta se realicen “con pulcritud”, pero sobre todo que el debate público y el respaldo popular hacia los candidatos “se logre desde las plataformas electorales y no producto de la influencia del dinero”, ¿entonces?...
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