El contexto social del cambio: "
A principios de la década de 1970 se acentuaron algunos cambios en la sociedad mexicana, en el papel de la universidad pública y en la imagen de ésta, cuya continuidad aún ahora se resiente. La expansión de la cobertura (masificación) por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional durante la década de 1970 fue una experiencia traumática para las prestigiadas universidades públicas tradicionales, además de los conflictos laborales, las prolongadas huelgas y paros de trabajadores y estudiantes durante la década de 1980; y a ellos se suma ulteriormente el paro de 1999.
En este contexto las instituciones privadas avanzaron al ofrecer una alternativa atractiva para los estratos urbanos medios de la población con posibilidades de acceder a la educación superior, que a pesar de significarles mayores esfuerzos económicos, no deseaban ingresar a las instituciones públicas. Esta oferta se dirigió a atender el creciente auge por las carreras administrativas, comerciales, financieras, de informática y tecnológicas, que atendieron a la creciente demanda de educación superior (resultante a su vez de la explosión demográfica que empezaba a modificar la distribución de la población entre los grupos de los jóvenes en edad escolar), al mismo tiempo en que abrieron opciones para atender las tendencias y progresivas demandas de las transformaciones mundiales en ciencia, tecnología, comunicaciones, preeminencia de criterios de mercado, de eficiencia, apertura y competitividad, entre muchos otros que llegaron aparejados con la expansión de la llamada globalización y las políticas económicas liberales.
La creación de nuevas instituciones de educación superior, públicas y privadas, el fortalecimiento de las instituciones privadas ya existentes y el daño a la imagen de las universidades públicas tradicionales, coincidieron en un ambiente en el que 'La identidad de muchas de las instituciones privadas establecidas en la década de los setenta -fue- autorizada por una crítica al sector público. Por lo tanto, las universidades mexicanas en los años setenta y principios de los ochenta pueden ser vistas como arena de una lucha compleja entre grupos profesionales y disciplinarios en asociaciones matizadas con partidos políticos, órdenes dentro de la iglesia católica, e intereses corporativos'.
En realidad la expansión de la oferta de la educación privada, así como las críticas al sector público provinieron del proceso de expansión del sector privado durante el periodo iniciado en la década de los setenta. Dicha avanzada constituyó la expresión de una transformación de mayor envergadura en la sociedad mexicana, proveniente de procesos sociales de mayor duración y amplia cobertura, cuyas razones se encuentran arraigadas profundo en nuestra historia social, en la relación con el mundo y que coinciden y se aceleran con las diferentes coyunturas.
En este sentido, investigadores como Cristina Puga y Miguel Basáñez han dado cuenta de la manera en la que se presentó y sigue presentándose una 'lucha por la hegemonía' entre grupos políticos y sectores público y privado en la historia reciente de México, en la cual, la iniciativa privada asumió un papel más activo a partir de la década de 1970, derivado del encono con el gobierno de Luis Echeverría Álvarez y del asesinato de Eugenio Garza Sada empresario líder del grupo Monterrey. Consecuentemente, los empresarios manifestaron públicamente sus críticas hacia los gobiernos 'populistas' y expresaron sus diferencias ideológicas en cuanto al manejo de la política y la economía, al mismo tiempo en que incursionaron en la administración pública, así como en contiendas electorales para ocupar cargos de elección popular. Estas críticas se sumaron a otras lanzadas desde adentro de la clase política tradicional por funcionarios formados en México y en el extranjero bajo esquemas del pensamiento económico liberal y conservador.
Estos sucesos abrieron espacios de abierta crítica y oposición a las instituciones públicas y gubernamentales, estigmatizadas como subsidiadas, populistas, altamente ineficientes y costosas, y en el caso específico de las universidades como altamente politizadas con sindicados anquilosados inhibidores del desarrollo institucional, llenas de 'porros' y pseudoestudiantes, sobrepobladas, de baja calidad académica y planes de estudio atrasados que aparentemente desatendían las necesidades del sector productivo. A diferencia, según se argumentaba, de las universidades privadas que de acuerdo con el sector productivo no presentan estas características y si lograban la articulación con el sector productivo.
Aunado a las críticas lanzadas desde el sector educativo y desde la administración pública, durante finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990 el mercado laboral de las empresas privadas contribuyó a deteriorar la imagen de las universidades públicas, en especial la de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la del Instituto Politécnico Nacional (IPN), con la negación a la contratación como parte de las políticas de las empresas, e incluso con la negación de entrevistas de trabajo por medio de anuncios clasificados en los periódicos para solicitar profesionistas, en los que aparecían frases como 'UNAM y Politécnico inútil presentarse'. Todavía, algún diario publica resultados de encuestas anuales -elaboradas por trabajadores del mismo diario- en las que se asegura que 'las empresas e instituciones que contratan a los profesionistas prefieren a los egresados de las universidades privadas'.
De tal suerte, parece que la identidad institucional forjada en las universidades públicas y privadas, fue constituida también durante las tres décadas más recientes por otra referencia social caracterizada por la crítica a las escuelas superiores del sector público y el elogio a las escuelas del sector privado.
La adopción de un discurso económico liberal cuyos argumentos (internos o externos, fundados o infundados) culparon de las crisis recurrentes al desmedido tamaño del aparato burocrático y a las políticas 'populistas' aplicadas, implementaron una serie de políticas y programas orientados a reducir el 'aparato' estatal y a propiciar el crecimiento del sector privado (expansión iniciada ya unos años atrás). Uno de los resultados de toda esta reestructuración, iniciada con la administración de Miguel de la Madrid y acentuada con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, consistió en la gradual transformación del sistema de educación superior en México, y el crecimiento del sector privado de las instituciones de educación superior, incrementado durante la década de 1990.
Durante esta década la oferta privada alcanzó dimensiones notables: en 1990 las instituciones de educación superior privadas absorbieron el 17.4 por ciento de la demanda de licenciatura; para el 2002 su participación alcanzó 33 por ciento, eso significó la duplicación en 10 años; mientras que la matrícula de las instituciones privadas creció 180 por ciento, la matrícula de las públicas se incrementó 33 por ciento en el mismo lapso .
Específicamente entre 1992 y 2002, se presentó un 'boom' en la proliferación de escuelas particulares y un fortalecimiento de las instituciones de educación privadas más antiguas como el Tecnológico de Monterrey, cuya expansión abarca toda la República Mexicana, las universidades Iberoamericana, Anáhuac, de Valle de México, Panamericana, de las Américas e Instituto Autónomo de México, por mencionar algunas.
La reunión de estos elementos en el contexto social de la educación superior, junto con otros específicos en el fútbol americano durante el mismo periodo, que veremos en el próximo artículo, nos ayudarán a comprender parte de las condiciones actuales del sistema de competencia.
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